Luna Luna y sus secuaces

De escalones, torpezas y tropiezos. Érase una vez mi conciencia, perdida en un mar de inquietud emocional

Esa extraña sensación que me invade.
La odio.
Y a la vez no puedo vivir sin ella pues me acompaña vaya dónde vaya, y haga lo que haga. Es parte de mi ser, y aunque no me ayude cuando lo necesito, no me queda más que aprender a vivir con ella.
Sin embargo, a veces debatiéndome entre la soledad y la tristeza me abandona la razón a mi suerte, y los segundos pierden el sentido según pasan de largo. Y caigo en el abismo que he cavado, entrando en una espiral infinita con un pasadizo secreto al exterior que yo solo conozco...o desconozco, ¿quién sabe?
Y si como por casualidad, los astros se alían de nuevo para no ponerme la zancadilla, los recibo como si no fuese conmigo, y sólo con el tiempo, como si de una casa nueva se tratase, consigo reconocerlos como propios, y los disfruto.
Y mientras, seguiré caminando en el filo, a sabiendas que quizás me haga daño, pero me da igual, pues así soy yo y viviré con ello.

Hablo de un libro que nunca volverá a ser leído, o quizás sí, pero en un tiempo lejano plagado de olvido y experiencia.
Hablo de cosas que nunca más hablaré ni escribiré...ni sentiré.
Hablo de historias que nunca ocurrieron y de caminos enrevesados hasta la extenuación.
De un cambio que pensé no podría realizar, y una historia que comienza a despuntar.
No hay inspiración sin dolor ni conflicto.
Un tatuaje rediseñado, un pitillo a medio consumir, y un corazón agujereado perdiendo peso a cada paso.
Y aún me quedan mil senderos, y he de recorrerlos solo, con mi mochila vacía.

Etiquetas

Los compis

Os gusta...

Seguidores