Esa extraña sensación que me invade.
La odio.
Y a la vez no puedo vivir sin ella pues me acompaña vaya dónde vaya, y haga lo que haga. Es parte de mi ser, y aunque no me ayude cuando lo necesito, no me queda más que aprender a vivir con ella.
Sin embargo, a veces debatiéndome entre la soledad y la tristeza me abandona la razón a mi suerte, y los segundos pierden el sentido según pasan de largo. Y caigo en el abismo que he cavado, entrando en una espiral infinita con un pasadizo secreto al exterior que yo solo conozco...o desconozco, ¿quién sabe?
Y si como por casualidad, los astros se alían de nuevo para no ponerme la zancadilla, los recibo como si no fuese conmigo, y sólo con el tiempo, como si de una casa nueva se tratase, consigo reconocerlos como propios, y los disfruto.
Y mientras, seguiré caminando en el filo, a sabiendas que quizás me haga daño, pero me da igual, pues así soy yo y viviré con ello.
Háblale de mi a otro como yo
-
¡Ey! supongo estarás bien, por aquí todo igual.
Aunque no te importe, cada vez me olvido más de ti,
canté con Milanés, grabé un disco en Madrid.
Ya no te ve...
Hace 7 años