Luna Luna y sus secuaces

De escalones, torpezas y tropiezos. Érase una vez mi conciencia, perdida en un mar de inquietud emocional

Revisando mis viejas entradas de un blog ya olvidado, encontré esto (Cegados por la egolatría 16-11-10).

No puedo negar que haya pensado alguna vez, en esa cosa extraña y abstracta llamada destino. Hasta las más extravagantes ideas toman forma cuando el aburrimiento nubla tu juicio. Tendréis que perdonarme.
Sin embargo, aquello que llamamos destino, no se rige sino por el más despiadado caos, y no por hechos prescritos por un dedo en el cielo.
Somos tan sólo un enorme conjunto de casualidades en esta enorme red social que llamamos mundo. Y estas manejan hasta el más ínfimo detalle de nuestras vidas.
Pero sólo en nuestra mano está el elegir nuestro sendero.

Sólo somos sombras de lo que hemos sido, sin embargo, somos el sol que proporcionará la sombra que seremos.

Es curioso como la perspectiva de una persona cambia, acompañando a las situaciones que en la vida de ésta transcurren. Reconozco que acostumbro a escribir cuando me siento mal, enfadado con el mundo y raro. Sin embargo, con la sutileza de lo que apenas pasa, mis ideas cambian su color favorito en favor de la tristeza o  alegría.

A veces, peleándome conmigo mismo, encuentro un punto de inflexión, un descanso de la locura, un voy a rescatar este blog de la basura.

Soy humano.

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