Luna Luna y sus secuaces

De escalones, torpezas y tropiezos. Érase una vez mi conciencia, perdida en un mar de inquietud emocional


Emma tiene muchos amigos.
Algunos son buenos.
Algunos malos.
Juega con ellos cuando se siente sola.
Y cuando juega con ellos se siente sola.
Emma tiene muchos amigos.
Todos de cristal.

Qué decir cuando no hay palabras que valgan la pena. Cuando sólo los sentimientos hablan en voz alta con las cuerdas vocales agarrotadas por el dolor.
Al principio no podía ni escribir. Casi no podía pensar, y si me apuras, ni respirar. Difícilmente manteniéndome a flote en un mar desierto.
Será que me cuesta asimilar. Será que mi mundo va más despacio que el del resto. Y hasta la más estúpida de las cosas me recuerda que otro tiempo fue distinto, y no me deja ver más allá.
Será que dentro de mí siento que estoy sólo a pesar de no estarlo. Será que me importaba demasiado.
Y no entiendo tantas cosas.
No entiendo que no pueda ver si ya no importa, y si importa, ¿porqué no quiere ver?
Ni cómo no escuchar sin recordar.
Me parece haber cambiado tan rápido que cuando he querido darme cuenta estaba dos pasos por detrás.
¿Y qué pasa si me fío de mis sentimientos y la razón se queda en segundo plano mirando desconfiada?
Nada.

Os gusta...

Seguidores