Lamento comunicarle que padece usted una extraña enfermedad. De los pocos casos que conocemos, puedo decirle que a partir de ahora no podra ver nunca más la televisión.
La mujer, abatida, caminó hasta su casa, y al entrar vió la inanimada caja que ahora yacía como en lecho de muerte en su salón.
Desesperada cogió el mando, pulso el botón y allí se quedó absorta como si nada de lo que había pasado fuese cierto.
Y poco a poco se le formó una costra en los ojos y se quedó ciega.
Ojalá todos estuvieramos enfermos.
Háblale de mi a otro como yo
-
¡Ey! supongo estarás bien, por aquí todo igual.
Aunque no te importe, cada vez me olvido más de ti,
canté con Milanés, grabé un disco en Madrid.
Ya no te ve...
Hace 7 años
1 comentarios:
siento diferir...pero si todos estuviésemos enfermos,¿quién leería todos tus relatos?Por que al fin y al cabo ésta es otra caja tonta. Con más opciones eso si.
Publicar un comentario