Lamento comunicarle que padece usted una extraña enfermedad. De los pocos casos que conocemos, puedo decirle que a partir de ahora no podra ver nunca más la televisión.
La mujer, abatida, caminó hasta su casa, y al entrar vió la inanimada caja que ahora yacía como en lecho de muerte en su salón.
Desesperada cogió el mando, pulso el botón y allí se quedó absorta como si nada de lo que había pasado fuese cierto.
Y poco a poco se le formó una costra en los ojos y se quedó ciega.
Ojalá todos estuvieramos enfermos.
Tú serías Gala, yo sería Dalí
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Difícil, qué difícil es encontrarte.
Cuando yo estoy...tú no apareces, y cuando tú estás ahí, soy yo que no te
veo.
Todo se mezcla, nada se define, y así...
Hace 6 años
1 comentarios:
siento diferir...pero si todos estuviésemos enfermos,¿quién leería todos tus relatos?Por que al fin y al cabo ésta es otra caja tonta. Con más opciones eso si.
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